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miércoles, 2 de mayo de 2012
Clamor por las personas
Philip Doddridge escribió: «Anhelo la conversión de almas más sustancial y conscientemente que cualquier otra cosa. Pienso que yo no solamente podría trabajar sino morir también por ello.»
James Caughey dijo algo parecido: «¡Oh, arder por Dios! ¡Todo, todo por y para El! ¡Sólo Jesús! ¡Almas! ¡Almas! ¡Almas! Que Dios me ayude pues estoy decidido a ser un ganador de almas.»
John Smith, un inglés ganador de almas, dijo: «Soy un hombre con el corazón roto no por mí sino por el prójimo. Dios me ha dado tal visión del valor de las preciosas almas que no podría vivir si las almas no son salvadas. Dadme almas o me muero.»
William Cowper escribió acerca de George Whitefield, el gran evangelista y amigo de Wesley: El siguió a Pablo – su celo una llama ardiente; su caridad apostólica, la misma.
Whitefield oraba: «Oh, Señor, dame almas o llévate la mía.» Se dice que su rostro brillaba como el de Moisés cuando sollozaba esa oración.
Cuando el rey de Inglaterra preguntó a William Booth, el fundador del Ejército de Salvación, cuál era la fuerza rectora de su vida, éste replicó: «Señor, la pasión de algunos hombres es el oro, la de otros es la fama, pero la mía es por las almas.»
POR WESLEY DUEWEL