jueves, 12 de mayo de 2011

No hacemos cosas que nos corresponden a nosotros y pretendemos que Dios las haga. (Parte 1)

“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos.” Colosenses 3:5-9


Muchas veces he escuchado: “Señor, sácame esto…” “sácame el pecado, sácame el rencor la ira, el mal carácter, la impaciencia… sácame “lo descrito en los versículos citados arriba”. "Señor, quédate con nosotros"... como si Él viviera muy lejos, no pudiera llegar cuando le necesitamos y nos fuera a dejar abandonados. 
Pero hay una poderosa verdad que generalmente pasamos por alto: jamás Dios prometió o dijo que nos sacaría tales cosas. “Hay gente insensata que arruina su vida ella misma, pero luego le echa la culpa a Dios”. Proverbios 19:3 PDT. Entonces, como Dios “no les ayudó, no cumplió con sus (erradas) perspectivas, se automarginan, se van de la iglesia, el pastor es malo, los hermanos “mienten”, ¿para que seguir asistiendo a un lugar donde no cumplen…?”… y así, continúa el espiral de autoengaño, mentiras, murmuraciones, etc. En nuestras congregaciones tenemos muchas personas así. Están a punto de irse y/o, emocionalmente ya se fueron, solo las mantiene un delgado hilo de vínculo. 
Pero es muy necesario entender que el Evangelio, el sublime mensaje de Dios para el ser humano es muy simple. El Evangelio nos quiere enseñar que Jesús venció al diablo, a la muerte, al pecado, al mundo, la carnalidad. Al vencer en la cruz Jesús nos da Su poder, a través del nuevo nacimiento, para vencer ahora, en vida nueva. Pero es nuestra tarea “hacer morir lo terrenal en nosotros”. ¿Para que? Para que se cumpla la Palabra que dice en el Padre Nuestro, “Venga tu Reino”. 


Cuando venga Su Reino, aun mucho mas intensa y poderosamente sobre nuestras vidas (el Reino ya vino con Jesús, pero en estas personas es como si no les hubiera llegado....... y esto a petición nuestra, obviamente), entonces podremos (y querremos) hacer morir lo terrenal en nosotros, para que lo celestial se produzca y crezca en nuestras vidas. A cada pecado tenemos que dejarle morir, no alimentarle, y “no proveáis para los deseos de la carne, sino vestíos del Señor Jesucristo” Romanos 13:14 (modificado el orden del versículo para este ensayo). “Señor, ayúdanos a aprender esto. Es nuestro desafío diario. 


Por lo tanto, hay cosas que nosotros tenemos que hacer y vencer y no Dios. Él nos da el poder para hacerlo. Nuestra vida acá en la tierra es la infancia de la eternidad. Este tiempo que vivimos acá es un entrenamiento, para vencer lo ya mencionado y de esta forma desarrollar el carácter de Cristo. Ahora. En este tiempo. No cuando estemos frente a frente con Él. Ya será tarde. Es ahora el tiempo, no mañana. Es nuestro deber sacar la basura que tenemos dentro. No es tarea de Dios. Con algunas de nuestras erradas perspectivas de lo que Dios tendría que hacer en nosotros, postergamos y arruinamos bendiciones que Dios ya determino en la eternidad para Sus hijos o Jesús ya gano en la cruz.


Tenemos que tomar en serio nuestra responsabilidad de hacer morir todo lo terrenal en nosotros, en esta vida, para que lo celestial, mientras más pronto que tarde, aparezca en nuestras vidas, de manera progresiva. Que continuamente podamos clamar a nuestro Padre: “Venga tu Reino, intensa, fuerte, absolutamente sobre mi vida, familia, iglesia, comunidad, ciudad, región, país… las naciones. En el nombre de Jesús. Amen”.

Hacemos cosas que no nos corresponden a nosotros y no dejamos que Dios las haga... (Parte 2)

Hacemos cosas que no nos corresponden a nosotros y no dejamos que Dios las haga o las hizo en la eternidad.


Hacemos cosas que no nos corresponden a nosotros y no dejamos que Dios las haga o las hizo en la ete
Hay cosas que Dios ya hizo en la eternidad, en Su tiempo. Hay cosas que Jesús ya hizo en la cruz. Hay cosas que la bendita Trinidad hizo, hace y hará (en nuestro cronos). Pero hay cosas que nosotros hacemos que no nos corresponden, porque son prerrogativa de Dios. A la vez, muchos… miles, son los mandamientos de amor y de protección que el nos da para que los obedezcamos. En mi lugar hay un dicho: “en la obediencia esta la ganancia”. Y esos benditos mandamientos son para ser obedecidos, no solamente estar informados que existen. Hay cosas que nosotros tomamos de Dios, que no tenemos que hacer.


En mi anterior tema (este es la segunda parte) destacaba algunas instancias donde le endosábamos cosas a Dios, siendo que eran nuestra responsabilidad. En esta ocasión será al revés. Muchas veces hacemos cosas que no debiéramos hacer, que las hacemos, que Jesús las resolverá o que tenemos que obedecer y no lo hacemos, por nuestra propia terquedad (y para nuestro propio mal).


Por ejemplo, Dios nos ordena ir a Él (Mateo 11:28) cuando estemos cansados, abatidos, desanimados, etc. Pero Sus hijos muchas veces relativizamos Sus absolutos, que debieran ser nuestros absolutos. Y como no hemos aprendido a descansar en Él, entonces tenemos respuestas humanas… diría automáticas (las de cualquier persona religiosa, agnóstica o atea): ansiedad, depresión, desconfianzas irreales, prejuicios, hipersensibilidad, etc. Si Dios nos dice que tenemos que ir a Él… es que tenemos que ir a Él… instantáneamente. La obediencia a Dios debe ser instantánea, gozosa y completa. Jesús nos promete llevar nuestro cansancio, pero no hemos obedecido, generalmente, como Él manda.


Otro ejemplo: Dios nos dice que nuestro corazón es engañoso (Jeremías 17:9), pero hay mucha gente que dice: “obedece a tu corazón”. Es el principio del fin. Si confiamos en nuestros corazones, nos iremos directamente a la perdición. Entonces tomamos o hemos tomado decisiones basadas en nuestro criterio, algunas veces engañado, enturbiado por lo que queremos, forzamos la situación y no dejamos que Dios nos guíe. Yo tengo un dicho y me guío por este eslogan, que construí ya hace años: Debemos confiar prudentemente en todo ser humano y absolutamente en Jesús”. Tenemos que confiar totalmente en Él y de una forma matizada en cada… cada ser humano… inclusive uno/a mismo/a. No somos tan distintos unos de otros.


No trabajemos de más. No tomemos carga que no nos pertenece. Sería largo enumerar. Pero en mí corto peregrinar me he dado cuenta del último ejemplo que doy, pero no lo desarrollaré, por ahora: el autoengaño. Esto es muy fuerte en muchísima gente. Dios nos libre. Propongámonos obedecer al Señor, Dios todopoderoso (con Él mismo dentro de nosotros… sino no se puede), que esta tan cerca.. .tan cerca nuestro, para amarnos, guiarnos (con nuestro permiso), corregirnos (por amor) y llevarnos a una eternidad con Él. ¡Que mejor!

SOY LO QUE DIOS DICE, A TRAVÉS DE LA BIBLIA, QUIEN SOY (Parte 3 y final)

Soy lo que Dios, a través de la Biblia, dice quien soy. Tengo lo que Dios, a través de la Biblia, dice que tengo. Puedo hacer lo que Dios dice, a través de la Biblia, que puedo hacer.


En esta tercera parte de mis tres temas hilvanados, fusionaré el nombre de los dos temas anteriores, donde le endosamos cosas a Dios para que Él las haga y que nosotros tenemos que hacer y hay cosas que nosotros hacemos que le corresponde a Dios hacer o Jesús las hizo ya en la cruz. Ambas distorsiones viven en mucha gente, en muchos cristianos también.


Es difícil darse cuenta de esto. Creo que con el poder de Dios, descauterizando nuestras mentes y estremeciendo nuestras conciencias de obras muertas solamente podremos llegar a darnos cuenta y salir del a flote y avanzar como Dios manda. Es con su poder sobrenatural. La obra humanista presiona, haciéndonos (imperceptiblemente) creer que el ser humano es el centro de todo. Pero no es así. Si ponemos a Dios en el centro de nuestras vidas (esto es tarea de nosotros, no de Dios, hacerlo) entonces comenzarán las cosas a funcionar a la manera de Dios. Así como la arrogancia, la altivez son orgullo y son pecados (que es una distorsión de la identidad), es tan orgullo también la baja autoestima, la hipersensibilidad (que he tratado en un tema anterior) y la falta de perdón, pecados, todos destructivos (como cada pecado lo es). 


Vivimos en una época donde el arrepentimiento parece que esta en retirada, parece que no existiera, siendo usurpado por el remordimiento. Al arrepentirnos de estos (nuestros) pecados, vuelve la lucidez a nuestras vidas, la restauración y la Vida de Dios otra vez comienza a fluir a través de nuestras vidas. ¿Cuándo fue la última vez que te arrepentiste… de veras? ¿cuándo fue la última vez que te arrepentiste ante Dios, por haber pecado? ¿crees verdaderamente que existe el pecado? ¿será que es tan destructivo como dicen? El orgullo es una distorsión de nuestra identidad. Muchos de los ataques del diablo van en contra nuestra identidad. Por eso a Jesús le dijo: ¿si eres Hijo de Dios…? Ataque a su identidad… y a la Trinidad. 


El hecho de tener esa distorsión en nuestras vidas, de trasladar a Dios lo que debiéramos hacer nosotros y no hacer lo que Dios ya prometió hacer o Jesús hizo en la cruz se produce por una distorsión de nuestra identidad. La persona no sabe quien es, en lo profundo de su ser, y entonces no sabrá a donde va. Tenemos que repetirnos una y mil veces las declaraciones de Dios sobre nuestras vidas (Su Palabra), como esta: Soy lo que Dios, a través de la Biblia, dice quien soy. Tengo lo que Dios, a través de la Biblia, dice que tengo. Puedo hacer lo que Dios dice, a través de la Biblia, que puedo hacer.


"Muy pronto Dios, que trae la paz, aplastará a Satanás y lo pondrá a los pies de ustedes. Que nuestro Señor Jesús los bendiga en abundancia". Romanos 16:20 PDT

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Cristo es todopoderoso

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